Al mundo,
NI UN MINUTO DE SILENCIO.
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domingo, noviembre 28, 2010
domingo, noviembre 14, 2010
NO ENTIENDO NADA
Seguramente, por el largo tiempo que no "postee", está bien dicho?
regularmente me siento medio perdido. Por lo tanto les suplico, he perdido mi blog original, no me pregunten como.
Cuando decidí volver accedí tal cual lo ven Y NO ES LO QUE ESPERABA.
Perdí mis contactos, mis servicios al lector, Arroba por ejemplo, estadísticas, comments con ingreso democrático, no controlado por servicios de inteligencia...
Además no puedo ingresar a mi template para actualizar bajas o altas o cambios, y si se puede no alcanzo a comprender COMO.
Por favor amigos ESTOY PIDIENDO AYUDA, es imposible recabarla de BLOGGER
Un gran abrazo
Osvaldo Marengo
regularmente me siento medio perdido. Por lo tanto les suplico, he perdido mi blog original, no me pregunten como.
Cuando decidí volver accedí tal cual lo ven Y NO ES LO QUE ESPERABA.
Perdí mis contactos, mis servicios al lector, Arroba por ejemplo, estadísticas, comments con ingreso democrático, no controlado por servicios de inteligencia...
Además no puedo ingresar a mi template para actualizar bajas o altas o cambios, y si se puede no alcanzo a comprender COMO.
Por favor amigos ESTOY PIDIENDO AYUDA, es imposible recabarla de BLOGGER
Un gran abrazo
Osvaldo Marengo
viernes, noviembre 12, 2010
POETAS DEL 40...POEMA
Poema
A veces vuelvo por alguna calle,
reconociendo su color antiguo,
y camino por largos corredores
hasta encontrar la puerta.
Allí mi mano, llama tan largamente, tan seguido
por los años de mi alma, como nunca
mi mano llamará en ninguna parte.
Salen amigos, rostros, gente vista;
nadie pregunta por qué vuelvo, y todos
están un poco tristes.
Todos tienen sus ojos y sus manos
como en la flor del tiempo, como acaso
Yo tendré tendré que mirarlos cada instante,
Cuando quiero volver por esa calle
y llamar a esa puerta.
Alzan los rostros,
me contemplan y callan,
sin preguntar, sin ver en mi vista
ninguna inesperada confidencia.
Me miran, nada más, y yo regreso
cerrando con cuidado aquella puerta.
Y ellos vuelven, quizás, a sus reuniones,
sus juegos vuelven, quizás a sus reuniones,
sus juegos ilusorios y su lumbre.
Y mirarán, tranquilos y distantes,
algún objeto, absurdo, algún reflejo,
se dirán...Es un sueño, es que soñamos
Siempre el mismo lugar, el mismo asunto.
Vuelvo por esa calle que se aleja
tan oscura como antes, con sus árboles
de nocturno amargor.
Pienso que ellos regresan a sus cosas,
en torno a alguna mesa, contemplándose
los rstros despejados, ya en olvido
De nombres y parajes.
Permanecer así, quietos, sin número,
hasta mi vuelta inevitable.
Entonces
algunos se aproximan al ventanal oscuro,
otros mueven apenas la cabeza.
Pero nada preguntan, porque entre ellos
suele, de pronto, haber desconocidos.
No obstante, ¿qué he de hacer, sino regreso
cada noche tan larga, cada día
cuando dentro de mí, nace una calle?
Pienso que alguna vez, uno entre todos
se volverá a mirarme, a preguntarme
por cosas conocidas.
Y en mi mano
ligeramente trémula, tan sólo
un ademán dirá, Ya no me acuerdo.
(El bailarín, 1953)
de Vicente Barbieri
A veces vuelvo por alguna calle,
reconociendo su color antiguo,
y camino por largos corredores
hasta encontrar la puerta.
Allí mi mano, llama tan largamente, tan seguido
por los años de mi alma, como nunca
mi mano llamará en ninguna parte.
Salen amigos, rostros, gente vista;
nadie pregunta por qué vuelvo, y todos
están un poco tristes.
Todos tienen sus ojos y sus manos
como en la flor del tiempo, como acaso
Yo tendré tendré que mirarlos cada instante,
Cuando quiero volver por esa calle
y llamar a esa puerta.
Alzan los rostros,
me contemplan y callan,
sin preguntar, sin ver en mi vista
ninguna inesperada confidencia.
Me miran, nada más, y yo regreso
cerrando con cuidado aquella puerta.
Y ellos vuelven, quizás, a sus reuniones,
sus juegos vuelven, quizás a sus reuniones,
sus juegos ilusorios y su lumbre.
Y mirarán, tranquilos y distantes,
algún objeto, absurdo, algún reflejo,
se dirán...Es un sueño, es que soñamos
Siempre el mismo lugar, el mismo asunto.
Vuelvo por esa calle que se aleja
tan oscura como antes, con sus árboles
de nocturno amargor.
Pienso que ellos regresan a sus cosas,
en torno a alguna mesa, contemplándose
los rstros despejados, ya en olvido
De nombres y parajes.
Permanecer así, quietos, sin número,
hasta mi vuelta inevitable.
Entonces
algunos se aproximan al ventanal oscuro,
otros mueven apenas la cabeza.
Pero nada preguntan, porque entre ellos
suele, de pronto, haber desconocidos.
No obstante, ¿qué he de hacer, sino regreso
cada noche tan larga, cada día
cuando dentro de mí, nace una calle?
Pienso que alguna vez, uno entre todos
se volverá a mirarme, a preguntarme
por cosas conocidas.
Y en mi mano
ligeramente trémula, tan sólo
un ademán dirá, Ya no me acuerdo.
(El bailarín, 1953)
de Vicente Barbieri
jueves, noviembre 11, 2010
Fontanarrosa...el negro genial
Estamos Distraidos
Mi amiga Colette solía decir, y hace ya mucho tiempo, estamos entrando en la edad del nunca me había pasado… Y es así.
Decimos, es curioso, nunca me había pasado, me agaché a recoger un tenedor y se me trabaron cuatro vértebras de la columna
Escuchamos, es notable, nunca me había pasado. Mordí un caramelo de limón y un premolar se me partió en ocho pedazos.
Es que, así como se habla de un primer mundo y de un tercero sin que nadie conozca a ciencia cierta cuál es el segundo, nosotros hemos pasado de la primera edad a la tercera sin recalar por la segunda.
Y el cuerpo acusa recibo de tal apresuramiento.
El tiempo mismo, incluso, ha tomado una consistencia gelatinosa, plástica, mutante.
Calculamos, ¿Cuánto hace que se mudó Ricardo a su nueva casa?
Y arriesgamos, tres, cuatro años, hasta que alguien, conocedor, nos saca de la duda, catorce.
Suponemos ante el amigo encontrado ocasionalmente en la calle, tu pibe debe de andar por los seis, siete años
Tiene diecinueve, nos contesta el amigo
Vení, Tacho!
Y nos presenta a una bestia de un metro ochenta, pelo verde, un clavo miguelito (piercing?) clavado en la ceja y un cardumen de granos sulfurosos en la mejilla.
Se corrobora entonces aquello que, dicen, decía John Lennon, el tiempo es algo que pasa mientras nosotros estamos distraídos haciendo otra cosa.
Y suerte que estamos distraídos haciendo otra cosa. Mucho peor es aburrirse. Es dulce rememorar ciertos momentos, pero más me entusiasma pensar en las cosas que tengo para hacer. Es que muchos de esos ciertos momentos son muy viejos.
Y por lo tanto vale recordar el consejo dado por Javier Villafañe cuando alguien le preguntó cómo hacía para conservarse tan joven pasados los ochenta años.
-No me junto con viejos- respondió el maestro.
Yo quiero agregar lo que un día dijo Jean Louis Barrault, famoso mimo francés,
la edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo.
de Roberto Fontanarrosa
1944-2007
Mi amiga Colette solía decir, y hace ya mucho tiempo, estamos entrando en la edad del nunca me había pasado… Y es así.
Decimos, es curioso, nunca me había pasado, me agaché a recoger un tenedor y se me trabaron cuatro vértebras de la columna
Escuchamos, es notable, nunca me había pasado. Mordí un caramelo de limón y un premolar se me partió en ocho pedazos.
Es que, así como se habla de un primer mundo y de un tercero sin que nadie conozca a ciencia cierta cuál es el segundo, nosotros hemos pasado de la primera edad a la tercera sin recalar por la segunda.
Y el cuerpo acusa recibo de tal apresuramiento.
El tiempo mismo, incluso, ha tomado una consistencia gelatinosa, plástica, mutante.
Calculamos, ¿Cuánto hace que se mudó Ricardo a su nueva casa?
Y arriesgamos, tres, cuatro años, hasta que alguien, conocedor, nos saca de la duda, catorce.
Suponemos ante el amigo encontrado ocasionalmente en la calle, tu pibe debe de andar por los seis, siete años
Tiene diecinueve, nos contesta el amigo
Vení, Tacho!
Y nos presenta a una bestia de un metro ochenta, pelo verde, un clavo miguelito (piercing?) clavado en la ceja y un cardumen de granos sulfurosos en la mejilla.
Se corrobora entonces aquello que, dicen, decía John Lennon, el tiempo es algo que pasa mientras nosotros estamos distraídos haciendo otra cosa.
Y suerte que estamos distraídos haciendo otra cosa. Mucho peor es aburrirse. Es dulce rememorar ciertos momentos, pero más me entusiasma pensar en las cosas que tengo para hacer. Es que muchos de esos ciertos momentos son muy viejos.
Y por lo tanto vale recordar el consejo dado por Javier Villafañe cuando alguien le preguntó cómo hacía para conservarse tan joven pasados los ochenta años.
-No me junto con viejos- respondió el maestro.
Yo quiero agregar lo que un día dijo Jean Louis Barrault, famoso mimo francés,
la edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo.
de Roberto Fontanarrosa
1944-2007
lunes, noviembre 01, 2010
Quisiera que me recuerden
Quisiera que me recuerden
sin llorar ni lamentarme
quisiera que me recuerden
por haber hecho caminos
por haber marcado un rumbo
porque emocioné su alma
porque se sintieron queridos,
protegidos y ayudados
porque interpreté sus ansias
porque canalicé su amor.
Quisiera que me recuerden
junto a la brisa de los felices
la seguridad de los justos
el sufrimiento de los humildes.
Quisiera que me recuerden
con piedad por mis errores
con compresión por mis debilidades
con cariño por mis virtudes
si no es así, prefiero el olvido,
que será el más duro castigo
por no cumplir mi deber de hombre.
En 2005, durante la presentación del libro Palabra Viva en la Feria Internacional del Libro, Nestor Kichner leyó este poema del detenido desaparecido Joaquín Enrique Areta.
( tomado del diario Tiempo Argentino del día 1° de noviembre de 2010)
sin llorar ni lamentarme
quisiera que me recuerden
por haber hecho caminos
por haber marcado un rumbo
porque emocioné su alma
porque se sintieron queridos,
protegidos y ayudados
porque interpreté sus ansias
porque canalicé su amor.
Quisiera que me recuerden
junto a la brisa de los felices
la seguridad de los justos
el sufrimiento de los humildes.
Quisiera que me recuerden
con piedad por mis errores
con compresión por mis debilidades
con cariño por mis virtudes
si no es así, prefiero el olvido,
que será el más duro castigo
por no cumplir mi deber de hombre.
En 2005, durante la presentación del libro Palabra Viva en la Feria Internacional del Libro, Nestor Kichner leyó este poema del detenido desaparecido Joaquín Enrique Areta.
( tomado del diario Tiempo Argentino del día 1° de noviembre de 2010)
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