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lunes, octubre 30, 2006

30 de octubre de 2006

Felíz cumpleaños 46 Diego !!!


foto de maradona10.com

jueves, octubre 26, 2006

anónimo?

texto atribuído a Gabriel García Marquez

Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para pode ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría -te quiero- y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles -lo siento-, -perdóname-, "por favor-, -gracias- y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto te importan.
(recibido vía e mail)

viernes, octubre 13, 2006

Angelito

Yo había sido un ángel tan pero tan gordo, que se cayó de la nube en la que estaba y fue a dar con sus alas rotas (hubo que podarlas) justo encima de la cama de mis padres. Esa fue la explicación que durante mi primera infancia intentó satisfacer mi curiosidad acerca de cómo venían los niños al mundo. Una pura cuestión de obesidad angelical.

Después siguieron las confusiones. Cuando estaba en tercero o cuarto grado, Alex, que todavía hoy es mi amigo, me acompañaba todos los días a mi casa, caminando esas siete cuadras, y un día me dio un beso. Durante cierto tiempo estuve en vilo, ya que después del beso Alex me confesó que a raíz de su arrebato yo podía haber quedado embarazada.

Ese incidente fue tremendo, porque yo ya tenía una idea de mí bastante inquietante. Me tocaba, es más: un día me descubrieron con algo entre las piernas y no era cualquier cosa (ahora que lo pienso tengo que informárselo a mi actual analista): era con el Lo sé todo, que tenía un lomo importante. Me llevaron al médico, porque mis padres consideraron que esa conducta no era normal y aunque yo no había escuchado jamás hablar de masturbación y, en consecuencia, no tenía la menor idea de que me masturbaba, el solo hecho de que me hubieran llevado al médico, igual que cuando tenía fiebre o dolor de panza, me indicaba que aquellas cosquillas eran igualmente insanas.

En séptimo grado vinieron las señoritas de Johnson & Johnson a dar la argentinísima charla de educación sexual, a niñas y niños por separado, y que consistió en mostrarnos un dibujo de las trompas de Falopio y en recomendarnos que fuéramos lo más higiénicas posible cuando nos llegara la menstruación. A mí me había llegado un año y medio antes y, como nadie me había explicado nada, primero me asusté y después me enchastré, lloré, me acomplejé, en fin, aprendí que aquello era un secreto que no podía compartir con nadie.

Hacia el final de la secundaria todavía nadie tenía relaciones sexuales, sólo explosivas y prolongadas franelas que una no sabía exactamente cómo frenar. Pero era una, es decir la chica, la que debía ponerles fin, como si nos gustara menos, como si no lo disfrutáramos, como sacándonos de encima al chico que pretendía -eso- de nosotras. Era común en mi grupo que los chicos tuvieran novia y al mismo tiempo relaciones sexuales con una -puta-, que en general no era puta rentada sino chica ligera, de la que se proveían merodeando otros grupos y a la que descalificaban inmundamente, a la que despreciaban porque -lo hacía-.

Bien: y resulta que después había que ser multiorgásmica y tener punto G. ¿Cómo? Remontando ese barrilete de plomo que nos habían metido en la cabeza.

No es que no hayamos recibido educación sexual, qué va. Siempre hubo educación sexual. La nuestra se basó, naturalmente, en hacernos temerle al sexo, en inculcarnos la represión como la forma digna de sobrellevar esos bajos instintos.

Nos educaron para que no gocemos. Fuimos gente joven artificialmente alterada para vivir su sexualidad inconfortablemente. Hoy tengo una hija de catorce años, y deseo para ella exactamente todo lo contrario
por Sandra Russo
de diario pagina12

viernes, octubre 06, 2006

La Justicia de Córdoba le otorgó la guarda provisoria de dos nenes a un transexual

Son dos hermanitos de 1 y 3 años. Estaban desnutridos y vivían en situación de abandono. Un juez de menores resolvió dejarlos a cargo de Belén, un transexual que ya se ocupaba de ellos. -Es una persona con una gran capacidad de amor y afecto para el cuidado de los chiquitos, destacó el magistrado.
La Justicia le otorgó la guarda provisoria de dos hermanitos de 1 y tres años, que se encontraban en situación de abandono, a un transexual de la localidad cordobesa de Holberg. La medida fue dispuesta por el juez de Menores de Río Cuarto, José Varela Geuna, varios meses atrás. Pero el caso recién se conoció en las últimas horas.
Los chiquitos pertenecen a una familia humilde de Holberg. Estaban desnutridos y en situación de abandono, por lo que intervino el juez de menores.
Así fue que Geuna resolvió darle la tutela provisoria de los nenes a Belén O, un transexual que vive en la misma localidad que los menores y que ya se ocupaba de ellos.
-Uno ha hecho la valoración y tengo una opinión sumamente favorable (de Belén)-, dijo Geuna. Y agregó que es -una buena persona- capaz de asumir esta responsabilidad.
-La impresión personal fue inmejorable, (se trata de) una persona con una gran capacidad de amor y afecto para el cuidado de los chiquitos-, destacó el magistrado.
Asimismo, el juez explicó que los nenes no fueron adoptados por Belén y aclaró que
?tal como sucede con este tipo de casos- se hará un seguimiento permanente de los niños que consistirá tanto en controles médicos, como socioambientales y psicológicos.
También remarcó que los padres de los chiquitos pueden visitarlos todos los días, aunque no pueden llevarlos a su casa.
Por su parte, Belén se mostró feliz por la decisión de la justicia. -Yo llevo todo esto por la vía legal, el juez me ha autorizado porque tengo disposición para cuidarlos como una madre -, dijo.
-No es que yo fui y me anoté para adoptar criaturas, ni nada por el estilo. Son dos nenitos de acá, de la localidad, que yo los cuidaba en su debido momento. Hasta que el Tribunal intervino para que los niños no fueran a un instituto de menores y decidieron que legalmente permanecieran en mi casa, contó.
de diario Clarín

miércoles, octubre 04, 2006

Ese duelo


imagen,Pablo Piovano
Dos días después de hacerme un aborto, fui a una reunión social en la que había una mujer que poco antes había perdido su embarazo de seis meses. Todos trataban de estar alegres y ocurrentes, pero al mismo tiempo de medirse, de guardar cierto recato. Y aunque esa mujer era muy fuerte y conversaba y sonreía, costaba mucho esfuerzo disipar la nube de angustia y sufrimiento que la envolvía. Me acerqué a ella en un momento, y a pesar de que no nos conocíamos mucho, me habló de lo que le había pasado. Me dijo que tenía la sensación de que todo era irreal. Me dijo que su cuerpo estaba en esa fiesta, pero que su alma estaba en otra parte. No sé por qué me lo dijo a mí, pero la escuché. Yo del aborto no le dije nada. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué yo había decidido interrumpir un embarazo, justo a ella que no lo había decidido y lo había perdido? Era claro que esa mujer estaba sumergida en un duelo del que le costaría mucho salir.
Del duelo del aborto, en cambio, no se habla. Como no se habla del aborto, no se habla del duelo del aborto.
Déjenme decirles a los que creen que de este tema todavía tampoco se puede hablar, que una mujer, si llega a la instancia del aborto, llega acorralada y descentrada. Y llega sola. El momento que va desde saber que se está embarazada al momento en el que una abre las piernas en un lugar sórdido y rodeada por desconocidos es un trance emocional de los más duros, difícil de describir, un trance por el que pasan tantas mujeres y sobre el que sin embargo no hay una sola línea escrita. La soledad es completa.
En muchos casos, esa mujer viene de librar una batalla interna feroz. Porque una parte de ella está dispuesta al embarazo. Quizá no a la palabra embarazo, quizá ni siquiera a la idea, pero en el cuerpo de esa mujer, entre sus células y las de ese embrión, se está gestando también un vínculo. Hay tejidos que se comunican, y sangre que se mezcla, y hay millones de partículas biológicas enamorándose de ese nuevo ser, porque nuestro cuerpo está preparado para el amor, no para el rechazo.
No es necesario que un grupo de fanáticos nos diga que eso que late ahí está vivo. Ese es el desgarro, ésa es la pesadilla. Eso es lo que muchas mujeres que abortan sienten y no pueden hablar con nadie. Eso que late ahí está vivo y es en potencia lo que cada una de esas mujeres alucinan en noches de insomnio. No es necesario el recordatorio de los pro-vida. Vaya nombre. Pro-vida es nuestro cuerpo, que ama más allá de nosotras.
Y a medida que esa mujer comprende que no puede ser madre, porque psíquicamente no puede, porque eso pasa, porque así es la cosa, porque nada en ella logra constituirse en un impulso que la haga vencer adversidades, porque esa mujer es débil o porque tiene mucho miedo, no es que elija abortar: comprende que no le queda otro remedio. No hay muchos posibles peores momentos en la vida de una mujer. Se paga. Por el aborto no sólo se paga en consultorios clandestinos, también se paga un precio mucho más alto con el tiempo, gota a gota, en visiones, en inquietudes, en tristeza sin motivo aparente, en remordimiento.
Ninguna mujer aborta algo que al menos por un instante, en su conciencia, no haya sido su hijo. Y si se llega a hacerlo, si se llega a tomar esa decisión tan dura, es porque sencillamente no se puede seguir, no se tiene resto, no se tiene coraje, no se tiene deseo. Hay momentos en los que algunas cosas no podemos. Es así, ultramontanos: hay momentos en los que algunas cosas no podemos. Así nos hace la condición humana.
Hablar del aborto es necesario para poder decir algunas de estas cosas.
por Sandra Russo
de diario pagina12